Todos sabemos de la importancia de protegernos de los rayos del sol. En verano especialmente, el sol puede resultar muy peligroso para nuestra salud, ya que nuestra piel recibe sus rayos todos los días durante muchas horas. Por esto, es esencial cuidar nuestra piel y protegerla con una crema adecuada para nuestro tipo de piel para evitar quemaduras solares.
ESCOGER UN BUEN PROTECTOR
Lo primero que tenemos que hacer es elegir un protector solar de calidad. El protector solar se encarga de recibir los rayos UV del sol y bloquearlos para que no nos dañen la piel. La protección se mide en FPS (Factor de Protección Solar) y es un número comparativo del tiempo en que se producirían quemaduras solares si no se usara la protección. Esto significa que con una crema de FPS 50 tardaríamos unas 50 veces más en sufrir una quemadura que si no usáramos esta protección. Hay que tener en cuenta que esto es un valor orientativo y que las cremas tienen, como mucha unas dos horas de acción efectiva.
A la hora de elegir, debemos optar por el factor de protección más alto y que, al menos, sea un FPS 30.

LA FORMA DE APLICARLO ES ESENCIAL
Casi tan importante como elegir un FPS adecuado, es elegir un correcto formato de la crema y aplicarla de forma adecuada para evitar quemaduras solares. Esto puede suponer la diferencia entre estar bien protegido y no estarlo. Los estudios demuestran una fuerte diferencia de protección según las condiciones de aplicación y hasta con qué apliquemos la crema.
Para aplicar la crema correctamente, tenemos que prestar atención a 3 factores: homogeneidad, cantidad y superficie.
- Homogeneidad: la crema hay que extenderla bien y de forma uniforme por todas partes. Lo habitual es que apliquemos mejor la crema en la zona inicial y se va perdiendo cantidad en los extremos de la aplicación. Para evitar esto, lo ideal será aplicar menos cantidad pero en más puntos del cuerpo. Así repartiremos mejor la crema por nuestra piel.
- Cantidad: es esencial que la capa protectora sea adecuada en su cantidad. Debe ser una capa de un grosor adecuado para que funcione de manera correcta. En las cremas con un FPS alto, una capa consistente coincide con dejarnos un tono blanquecino en la piel.
- Superficie: ese el punto más obvio y, a veces, lo olvidamos: cuidar las superficies a proteger. Normalmente olvidamos zonas muy obvias y, a la vez, muy sensibles como la cara, las orejas, la nariz, labios, pies, etc. Debemos prestar atención a estas zonas si no queremos un cuerpo bien bronceado y una nariz u orejas rojas quemadas por el sol.
Por último, recordar que hay que tomar el sol con precaución, evitando las horas centrales del día y repetir la aplicación de la crema solar cada dos horas como mucho.
Y, por supuesto, tener en cuenta que ningún buen bronceado merece una quemadura de nuestra piel
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